El Bosque de Briganttia

 

El Dios

Reflexión:

CÓMO VEO AL DIOS EN LA ACTUALIDAD. El Dios es una figura mucho más problemática que la Diosa. Las imágenes masculinas de lo sagrado han sido seriamente distorsionadas por la cultura patriarcal. Las cualidades de crianza de la masculinidad son subsumidas por el Dios padre autoritario. El estado salvaje, la exuberancia, las energías erótica y animal, han sido convertidos en imágenes del Diablo e identificados con el mal. La cultura patriarcal ofrece a los hombres muchos caminos hacia el “poder-sobre” y pocos modelos de fuerza basada en el “poder-que proviene-del-interior”.

Reclamar y volver a imaginar las maneras en que el “poder-que-proviene-del-interior” podría revelarse a nosotros en formas masculinas es una tarea importante, ahora que estamos intentando dar una forma nueva a nuestra sociedad- Pero no todo el mundo está llamado a esa tarea. Para algunos, la Diosa es suficiente, está completa en sí misma. Para otros, el poder masculino ha estado demasiado corrompido por la cultura de la dominación.

Cuando hablamos de la Diosa y el Dios, tendemos a verlos como modelos cósmicos. Recurrimos a ellos para que nos muestren cómo debemos ser como mujeres y como hombres, porque nuestros roles culturales tradicionales son impracticables e incómodos, y la tarea de desarrollar nuevos roles inspira respeto. Pero en las culturas indígenas las personas sabían cómo se esperaba que se comportaran y qué papees debían interpretar. (En cuanto a cuán satisfechas estaban con ellos, sólo podemos especular). No veían, necesariamente, a sus Diosas/Diosas como modelos de comportamiento. Por el contrario, los seres sagrados solían verse como los que definían las fuerzas que jugaban más allá de las fronteras del comportamiento humano aceptable.

Así, en el mito sumerio, cuando Ereshkigal, Reina de la Muerte, despelleja a su propia hermana/Diosa, Inanna, quien ha desafiado su poder, no nos está enseñando algo sobre cómo opera la muerte en el mundo. Cuando Cuervo, el Creador/Tramposo de los indios nativos norteamericanos del noroeste del pacífico, se comporta con codicia y glotonería, no está diciéndoles a los hombres de la tribu cómo se supone que deben actuar, sino que la fuerza salvaje que hay en la naturaleza y que rompe las pautas es, en sí misma, una fuerza creadora. En estas sociedades, la tarea de los seres humano no es emular al Dios/Diosa, sino sostener firmemente las pautas, mantener el orden a través del cual los misterios se mueven. De modo que el Dios no trata sólo sobre la masculinidad, aunque puede abrir para nosotros visiones ampliadas de lo que los hombres pueden llegar a ser. Tampoco la Diosa trata sólo sobre la feminidad, aunque puede proporcionarnos imágenes que den poder a las mujeres. El corazón de los misterios de nuestra tradición es que cada Diosa, cada Dios, es otra manera de conocer y experimentar ese ciclo de nacimiento, crecimiento, muerte y renacimiento. Y cualquier cualidad o aspecto asignado al Dios o la Diosa no se lo quita al otro. Si el Dios es visto como alguien que cría, esto no disminuye el poder criador de la Diosa, sino que expande nuestra visión de lo que puede ser la crianza. Si la Diosa es fuerte, el Dios no tiene que ser débil en respuesta a eso; antes bien, nuestro entendimiento de la fortaleza aumenta.

A menudo, el Dios es visto como el que pasa por el ciclo del renacimiento, como la semilla que crece, es cortada, enterrada y vuelve a crecer, como un animal que es cazado para que otra vida pueda continuar. El Dios puede ser alabado como el Buen Proveedor y el que proporciona abundancia. Y, a menudo, el Dios es el Tramposo, el Cuervo, el Loco del Tarot, Elegba de los Yoruba, quien abre la puerta, el Hermano Conejo, el Coyote del Sudoeste, cuyos trucos traen muchos regalos a la gente.

El Tramposo representa la cualidad de azar y oportunidad en el universo, sin la cual no podría haber libertad. En el Oficio, la Diosa no es omnipotente. El cosmos, más que perfecto, es interesante, y todo no es parte de un plan más grande, ni está todo necesariamente bajo control. Entender esto hace que sigamos siendo humildes, capaces de admitir que no podemos conocer, controlar o definir todas las coas.

El Tramposo representa, también, ese aspecto de la creación que siempre es un juego. Considera estas preguntas: ¿Por qué hay dos sexos? ¿Qué función cumple esta disposición? Para que la Diosa pueda volver a mezclar la baraja genética para cada nuevo nacimiento, aumentando la variedad y la diversidad de la vida. El precio es que cuando concebimos y damos a luz, no sabemos exactamente qué obtendremos. Si todos nos reprodujéramos mediante la división celular o la partenogénesis, todos (excepto los mutantes que haya entre nosotros) seguiríamos siendo exactamente igual a nuestras madres. Qué aburrido y qué peligroso, porque nuestra capacidad de responder de maneras diversas a los cambios en nuestro entorno estaría seriamente limitada, comprometiendo nuestra supervivencia como especie.

Lo que es cierto para la concepción y el nacimiento físicos, también lo es para otras empresas creativas. Cualquier trabajo creativo que esté verdaderamente vivo es influido por mil factores de azar en su generación. Estas notas toman forma a partir de las conversaciones que tuve ayer, de los ensayos que mis alumnos decidieron escribir este trimestre, de la película de video que alquilé. Así, siguen estando vivas para mí (y espero que también para ti). El Dios como Tramposo nos enseña esta verdad.

El Dios es también el que se entrega, el sacrificio. Él es alimento. Vivimos en unos cuerpos que deben ingerir continuamente partes del mundo que nos rodea, transformarlas y devolverlas al defecar. No podemos existir separados de otra vida que debe entregarse para sustentarnos.

El Oficio no glorifica el sacrificio, y la Diosa no lo exige, excepto en el sentido de que, tarde o temprano, cada uno de nosotros debe morir y volver a entregar su vida. Lo que el Dios nos está enseñando una y otra vez es que soltar trae el renacimiento, la regeneración, la renovación en alguna forma nueva. El Dios es esa fuerza interior que elige rendirse al ciclo, cabalgar sobre la Rueda. Así, se convierte también en el criador, en el buen proveedor, en carne, cereal y fruta para alimentar nuestra vida continua.

 El dios

La imagen del Dios Enastado en la brujería es radicalmente distinta a cualquier otra imagen de masculinidad en nuestra cultura. Él es difícil de entender, porque Él no encaja en ninguno de los estereotipos esperados, ni en los del hombre “macho”, ni en las imágenes inversas que buscan deliberadamente el afeminamiento. Él es suave, tierno y consolador, pero también es el Cazador. Él es el Dios Agonizante, pero su muerte siempre está al servicio de la fuerza vital. Él es la sexualidad indomada; pero la sexualidad es un poder profundo, sagrado y que uno. Él es el poder de sentir, la imagen de lo que los hombres podrían ser si se libraran de las limitaciones de la cultura patriarcal. La imagen del Dios Enastado fue pervertida deliberadamente por la Iglesia medieval, convirtiéndola en la imagen del Demonio cristiano. Las brujas no creen en el Diablo, ni le rinden culto, lo consideran un concepto propio del cristianismo. El Dios de las Brujas es sexual, pero la sexualidad se considera sagrada, no obscena o blasfema. Nuestro Dios lleva cuernos, pero son las medialunas crecientes y menguantes de la Diosa Luna y el símbolo de la vitalidad animal. En algunos aspectos, Él es negro, no porque sea malísimo o porque haya que temerle, sino porque la oscuridad y la noche son momentos de poder y parte de los ciclos del tiempo. Siempre ha habido tradiciones del Oficio en las que se le da poco reconocimiento al Dios. En el Oficio, se pueden realizar, separadamente, los Misterios de la Mujer y los Misterios del Hombre. Pero en la mayoría de las tradiciones de Brujas el Dios es considerado la otra mitad de la Diosa y muchos de los ritos y las fiestas están dedicados a Él, así como a Ella. En el culto medieval de las Brujas, el Dios puede haber tenido predominancia sobre la Diosa durante un tiempo. La mayoría de confesiones de Brujas hablan de “el diablo”, que es como los sacerdotes cristianos transcribían las palabras de las Brujas cuando ellas hablaban de su Dios no-cristiano. Otros, pero menos, mencionan a la Diosa, a la que se llama normalmente “La Reina de Elfame”. Sin embargo, los interrogatorios de Brujas buscaban pruebas del culto al Diablo, no del culto a la Diosa. Registraban las pruebas que apoyaban sus acusaciones de satanismo e ignoraban o cambiaban las otras. A las sospechosas que eran torturadas y que resistían hasta el final se las hacía firmar declaraciones previamente preparadas que expresaban lo que los Sacerdotes cristianos querían creer, en lugar de la verdad

Una práctica habitual en el Oficio medieval era que el Sacerdote y la Sacerdotisa representaran los papeles del Dios y la Diosa, y se creía que ambos se encarnaban físicamente en los ritos* **. Una vieja historia citada por Margaret Murray expresa la importancia de esta costumbre para los campesinos analfabetos, para los que ver era creer. El Sacerdote parodiaba a aquellas personas “que se ofrecían a confiar en un Dios que les dejaba infelices en el mundo, y ni él ni su hijo Jesucristo aparecían cuando se les llamaba como él lo había hecho, y quien no las defraudaría”70. Para la mayoría de Brujas, “ese Sabbath terrenal era para ella el verdadero Paraíso, en el cual había más placer del que ella podía expresar y, además, ella creía que la alegría que recogía era tan sólo el preludio de una gloria mucho mayor, porque su dios también sostenía su corazón de tal manera que ningún otro deseo podía entrar”

*Una Práctica habitual… En realidad, esta información parece indicar la práctica de la posesión en trance por parte de Diosas y Dioses, similar al modo en que los iniciados de las tradiciones afro-caribeñas basadas en los Yoruba son “calargados” por los orishas. El poder no es sólo dramatizado, sino también manifestado. **…se encarnaban durante los ritos. La posesión en trance parece haber sido una práctica común en lo que conocemos de la brujería primitiva.  

FUENTE: - LA DANZA EN ESPIRAL, STARHAWK -



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